La histórica empresa Georgalos atraviesa uno de los momentos más difíciles de los últimos años. En medio de una fuerte caída del consumo y el avance de productos importados, la firma anunció un plan de suspensiones rotativas que afecta a más de 600 trabajadores de su planta en Victoria.
Según informaron diversos medios nacionales, las suspensiones se extenderán por tres meses y se aplicarán por grupos, con períodos de 15 días sin actividad y reducciones salariales que generaron fuerte preocupación entre los operarios.
El panorama laboral dentro de la planta es crítico. Representantes sindicales advirtieron sobre el deterioro del empleo y denunciaron que la actual situación es consecuencia directa del desplome en las ventas y del ingreso creciente de golosinas importadas que compiten con los productos tradicionales de la compañía.
La tensión también se incrementó por antecedentes recientes de conflictos laborales, donde trabajadores denunciaron despidos y medidas consideradas injustificadas en medio del reclamo por mejores condiciones.
En este contexto, la incertidumbre es total. La empresa busca atravesar la crisis aplicando recortes, mientras los empleados exigen definiciones claras y una solución que permita sostener los puestos de trabajo. Lo cierto es que, a pocas semanas de las fiestas, la situación de Georgalos refleja una problemática más amplia que golpea a la industria nacional.




